BACH, JOHANN SEBASTIAN
Este magnífico músico alemán
procedía de una amplia y extraordinaria familia de músicos, pues eran más de
120 los artistas que generó.
Su gran reputación como organista
y clavecinista le avalaba en toda Europa, siendo un compositor prolífico y
considerado como el autor cumbre de la música barroca.
También fue prolífico en
engendrar, pues tuvo 20 hijos de sus dos matrimonios. Cuatro de ellos siguieron
los pasos del padre y se dedicaron con cierto éxito a la música.
A los 65 años decidió ponerse en
manos de los médicos debido a que paulatinamente perdió la vista hasta quedar prácticamente
ciego.
Ciertos autores consideran,
observando sus retratos de anciano, que debió padecer blefaritis, una
inflamación infecciosa por la obstrucción de las glándulas del párpado. Otros
creen que la ceguera pudo deberse a una diabetes sin tratar, o bien un progresivo
proceso de cataratas o glaucoma.
Su mala fortuna fue que le operó
de un ojo un cirujano ambulante inglés llamado John Taylor, mezcla de hombre de
ciencia y curandero charlatán que se encontraba en Leipzig en ese momento y que
viajaba por toda Europa en una carroza decorada con dibujos de ojos con el lema
escrito “qui dat videre dat vivere” (el que da la vista da la vida). A pesar de
que él mismo confesó que en sus prácticas en Suiza había dejado ciegas a
numerosas personas, al parecer fue pionero en operar el estrabismo con éxito
cortando un músculo del ojo. Realizaba las operaciones de un modo teatral en
las plazas de los pueblos, sin anestesia, y solía abandonar las localidades
antes de serles retirados los vendajes a los pacientes, por si acaso sus caros
servicios no llegaban a buen término.
La primera operación que le hizo
a Bach pudo ser un recurrente procedimiento muy antiguo que consistía en desencajar
el cristalino y empujarlo en el vítreo con un pequeño punzón habitualmente
forrado en tela. En un primer momento logró que recuperara la vista, con lo que
procedió a su peculiar postoperatorio: echaba gotas de sangre de pichón, azúcar
en polvo o sal con unos vendajes embadurnados en pasta de manzana. Si esto no
bajaba la inflamación, empleaba mercurio.
Una semana después, a principios
de abril de 1750, Bach empeoró notablemente y Taylor volvió a operarlo. Esta
segunda intervención lo dejó totalmente ciego y además postrado en la cama con
fuertes dolores.
Tres meses después Bach moría con
un diagnóstico de apoplejía, un accidente cerebral. Eran las 8 de la tarde del
28 de julio de 1750.
La relación causa-efecto entre
las operaciones y su muerte no está demostrada, pero es plausible que Bach se
viera desbordado por infecciones y una gran debilidad debido a las
intervenciones, desembocando en su fin.
Su talento le llevó al cargo de
cantor de la iglesia de santo Tomás y director de la música de la universidad, donde
dirigía los coros, de esta y de la iglesia de san Nicolás, supervisaba las
actividades musicales de muchas iglesias de la ciudad y enseñaba latín en la
escuela del coro, un trabajo tan exigente que varios músicos lo habían dejado.
No obstante Bach lo conservó durante 27 años, hasta el momento de su muerte
incluso tras quedarse ciego. De hecho su última obra se la dictó a su yerno
unos días antes de morir, un preludio coral llamado “Ante tu trono, señor, yo
me mantengo”.
Enterrado en la Johannis Kirche (iglesia de san
Juan) de Leipzig, a seis pasos de la puerta de la pared sur, no había marca
alguna que localizara su tumba, salvo estos datos que recordaban cada año los
alumnos de la escuela de santo Tomás. En la ampliación de la iglesia en 1894 se
pensó rescatar su cadáver, pero había que buscar entre los 1400 enterrados allí.
Se sabía que el féretro era de
nogal, cosa que redujo los posibles a doce. Con esto y la comparación de los cráneos
con los retratos conocidos quedó solo uno que se dio por bueno.
En 1950 se procedió a su traslado
a la Thomas Kirche
(iglesia de santo Tomás) dado su vínculo profesional con ésta como maestro de
capilla, en cuyo coro reposa definitivamente en una tumba con lápida de bronce
con su nombre.
Interesante!!!!, me gusto este y voy a ver los demas , animo y saludos compa.
ResponderEliminarGracias, es gratificante que guste.
ResponderEliminarMuy interesante Antonio. Prometo leerte siempre que pueda. Un fuerte abrazo maestro.
ResponderEliminarGracias Javier, tengo que verte para bajar el número de cervezas que nos debemos...
ResponderEliminarOtro abrazo para tí, artísta