sábado, 21 de septiembre de 2013

CARLOS I, REY DE ESPAÑA

El emperador de las Españas, monarca cuyos dominios fueron tantos y tan extendidos por el orbe que se decía no sin razón que en su imperio nunca se ponía el sol, también era mortal.
Nacido en Gante (Flandes) en 1500 de la unión entre Juana la loca y Felipe el hermoso, la prematura muerte de sus padres hizo que muy joven heredara el floreciente imperio español y, como nieto del emperador Maximiliano de Austria, el sacro imperio romano germánico.
En su reinado gobernó por herencia los reinos de España, Austria, países bajos, Nápoles, Sicilia y fue nombrado rey de romanos como protector del cristianismo.
La expansión americana otorgó a este rey una ingente extensión de territorio que acrecentaría su poder y sobre todo su riqueza, que destinará sobremanera a mantener un potente ejército para sofocar los numerosos conflictos independentistas surgidos en los territorios europeos.
     
Tras las abdicaciones de Bruselas de 1555 donde cedió el imperio a su hermano Fernando y la corona de España a su hijo Felipe (incluyendo América) regresó a España en barco desde Flandes hasta Laredo con la intención de curarse del mal de gota que padecía frecuentemente. Le fue recomendada la zona de la Vera extremeña por su clima para este propósito, y allí se dirigió tras ordenar la construcción de una casa palacio junto al monasterio de Yuste.
Se trató de un retiro definitivo de la vida cortesana y política, asistido por los monjes jerónimos que le dieron guía espiritual.
Para su desgracia, el verano de 1558 contrajo paludismo posiblemente debido a la picadura de un mosquito procedente de aguas estancadas de una de las piscinas construidas para disfrute del rey por el ingeniero Turriano. La enfermedad le condujo a la muerte el 21 de septiembre de 1558.
El voraz apetito que mostraba en su retiro y que le habían provocado episodios de hemorroides y gota desapareció al comenzar una serie de episodios de fiebre alta y decaimiento extremo que lo postró en la cama con abundantes secreciones respiratorias y que a pesar de las sangrías y purgantes a que fue sometido llegó a un empeoramiento progresivo que devino en su fin.
Al respecto de las causas de su muerte, el médico Julián de Zulueta trató de confirmarlas previo permiso de la casa real, que le fue denegado. Su insistencia en el proyecto fue recompensada, pues al parecer un dedo meñique de Carlos I se conservaba independiente de su cuerpo en un cofre de la sacristía del Escorial.
El permiso le fue concedido esta vez y logró analizarlo, demostrándose ciertamente que padeció gota y que murió a causa del paludismo o malaria, pues encontró cristales de ácido úrico y restos del parásito plasmodium que transmite el mosquito anopheles.

Su cuerpo se momificó como un jamón gracias al clima de Yuste, en cuyo monasterio fue enterrado en una cripta que el emperador mandara construir ex profeso. 
Cripta de Carlos V en el monasterio de Yuste


En 1616 su nieto, el rey Felipe III ordena que sus restos sean trasladados a la cripta del monasterio de El Escorial. Como antes del traslado definitivo se procedió a la apertura del ataúd, el embajador veneciano Quirini examinó la momia : “Se advierte muy bien el parecido con su retrato. Tenía bastante barba rubia, el cuerpo era más pequeño de lo habitual, los huesos menudos, la carne magra y adusta; nariz y labios, dedos de manos y pies deformados por la gota, que ni siquiera respeta a los muertos”.  Era observador este Quirini, pues efectivamente se tiene al monarca por bajito, apenas 1,40 de altura.

En cuanto al porqué del meñique separado, al parecer el marqués de Villaverde recompensó al guarda de la cripta con 20 reales por un trozo del emperador aprovechando que durante la revolución gloriosa de 1868 se abrió su tumba. El posterior arrepentimiento del marqués llevó a su hermana, la marquesa de Martorell,  a devolver el dedo a su lugar actual: en carta dirigida a Alfonso XII en 1912 relatan el hecho y devuelven el apéndice.


La tumba volvió a ser abierta en 1870 y 1872, momento en que Vicente Palmaroli y Martín Rico Ortega respectivamente dibujaron la momia del natural.

dibujo de la momia del emperador

No hay comentarios:

Publicar un comentario