sábado, 23 de enero de 2016


De nuevo aquí tras dos años sin actividad del blog, os ofrezco un nuevo muerto ilustre.




CALÍGULA

Cayo Julio César Augusto Germánico fue uno de los más desquiciados emperadores que gobernaron Roma. Era hijo del general Germánico, hijo adoptivo del emperador Tiberio, y logró ser nombrado sucesor al imperio junto con Tiberio Gemelo, nieto del emperador.
El sobrenombre de Calígula, que significa “botitas” se lo pusieron los legionarios bajo el mando de su padre dado que solía calzarse las caligas o botas militares cuando acompañaba a su padre en las campañas de Germania.
Calígula se deshizo de su primo de inmediato y comenzó a gobernar inicialmente con una buena gestión, que fue viciándose con actitudes cada vez más excéntricas y violentas, fruto de una grave enfermedad que padeció debido a los excesos que cometió  tras convertirse en emperador. Podría tratarse de epilepsia según algunos cronistas sumada a largos episodios de insomnio.
Así se conoce como mandaba asesinar a todo aquel que se opusiera a la mínima decisión que tomara, o como expandía su megalomanía ordenando construir una estatua suya en el templo de Jerusalén.
En cierta ocasión en la campaña de Britania ordenó a sus tropas recoger conchas en lugar de atacar a los britanos al considerar que ese era el tributo que Roma debía recibir.

Su extravagancia le llevó a considerarse a sí mismo como un dios y ciertas fuentes refieren el final de su mandato como de extrema crueldad para con su corte, actos incestuosos, escándalos sexuales con sus súbditas, asesinatos por pura diversión, provocar hambrunas al gastar los fondos estatales en caprichosas obras, e incluso se cuenta como real el intento de nombrar a su caballo Incitato cónsul y sacerdote.

Todas estas acciones desencadenaron conspiraciones que provocaron la definitiva muerte de Calígula a manos de su propia guardia pretoriana, al parecer con el apoyo del senado y gran parte del ejército, pero provocada por el maltrato del emperador al jefe de la guardia, Casio Querea, al que insultaba frecuentemente tildándolo de afeminado e incompetente.

El 24 de Enero del año 41 los pretorianos abordaron al César en unos juegos teatrales y lo apuñalaron sin que sus guardaespaldas germanos lo pudieran evitar.
Suetonio en su “Vida de los doce césares” narra este episodio:
“Querea, colocado a su espalda, le hirió violentamente en el cuello con la espada, gritando: ¡Haced lo mismo! y en el acto el tribuno Cornelio Sabino, otro conjurado, le atravesó el pecho. Pretenden otros que Sabino, después de separar a todos por medio de centuriones que pertenecían a la conjuración, había, según costumbre, preguntado a Calígula la consigna, y que habiéndole dicho este Júpiter, exclamo Querea: Recibe una prueba de su cólera; y le descargó un golpe en la mandíbula en el momento en que volvía la cabeza hacia él. Derribado al suelo y replegado sobre sí mismo, gritó que vivía aún, pero los demás conjurados le dieron treinta puñaladas. La consigna de estos era ¡Repite!, y hasta hubo uno que le hundió el hierro en los órganos genitales. Al primer ruido acudieron a auxiliarle sus porteros con los bastones, así como también los soldados de la guardia germánica, que dieron muerte a varios de los asesinos, y hasta a dos senadores inocentes del crimen.”

Calígula fue enterrado en una cripta construida por su sucesor Claudio en el mismo lugar donde fue asesinado, bajo la casa del emperador Tiberio en la colina del Palatino, lugar que ha sido recientemente descubierto por el departamento de cultura del ayuntamiento de Roma.



Imagen de la casa de Tiberio, en cuyo suelo está la cripta de Calígula.




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